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Dr. Miguel García Navlet

Teniendo un padre traumatólogo es difícil pensar que fueron otras situaciones o influencias las que me hicieron llegar hasta aquí. La arquitectura y la medicina eran mis únicos objetivos de carrera profesional, sin poder decidir entre ellas. Pero si algo tenía claro es que si llegaba a medicina sería para ser traumatólogo, ninguna otra especialidad me motivaba a estudiar esta carrera. 

Tras un año de estudios en Texas (EEUU) comencé Medicina en la Universidad de Zaragoza. Asimismo accedí a la especialidad de Traumatología realizando la residencia (el MIR) en el hospital Asepeyo de Coslada en Madrid, hospital donde sigo trabajando. 

En mis primeros años de residente comencé a interesarme por la patología de hombro y codo de la mano de mi mentor el Dr Jesús Ferrer Olmedo, con quien empecé a colaborar asistiendo a sus cirugías para formarme. Al terminar la residencia y con pocos años de especialista “heredé” la Unidad de Patología de Hombro y Codo del hospital, y desde 2006 soy el responsable de esta patología en mi hospital. 

Estos fueron años duros, la unidad tenía mucha actividad y era mucha responsabilidad. Dediqué todos mis esfuerzos a la mejor formación para mantener el nivel asistencial y la calidad de mi predecesor. A la vez que iba consolidando la unidad de hombro y potenciándola me dediqué a la formación de otros especialistas, tanto a nivel nacional como internacional; descubriendo otra de mis pasiones que es la formación y la comunicación.

Poco a poco nuestra unidad en Asepeyo ha crecido y es ahora, con la tranquilidad de tener una unidad autosuficiente, que dedico los esfuerzos a esta nueva aventura de la mano de mi socia, Cristina. Abrimos una nueva Unidad de Patología de Hombro y Codo en la sanidad privada. Volvemos a los principios de la creación de una idea, pero con todo el bagaje de lo experimentado estos años. 

En esta nueva unidad, los principios son los mismos que aplicamos a toda nuestra actividad médico-quirúrgica, aportar la máxima calidad asistencial a nuestros pacientes basada en la mejor evidencia científica actual y toda nuestra experiencia acumulada desde 1998 dedicado a la patología de hombro y codo.

Dra. Cristina Victoria Asenjo Gismero

Desde que empecé a preparar el MIR tenía claro que quería ser traumatóloga, quizás porque mi padre también lo es, pero tras experimentar durante la carrera las distintas especialidades, tuve claro que era lo mío.

En la residencia comencé a trabajar como traumatóloga en la mutua de accidentes Asepeyo. Viajé a muchos sitios para formarme: Chicago, Nueva York, Japón… para visitar a diferentes especialistas y conocer otras formas de trabajar, lo cual me permitió abrir la mente y ver que una cosa puede hacerse de manera muy diferente y obtener el mismo resultado.

Cuando pensaba que me dedicaría a la cirugía de columna, descubrí que había otra parte que me gustaba más: el hombro y el codo. Al tercer año de residencia decidí matricularme para hacer mi tesis doctoral sobre inestabilidad de hombro.

Siempre me había gustado mucho la formación, y Miguel me inspiró para desarrollar esa faceta. Diseñé el curso de ecografía de residentes y formé parte de algunos cursos como ponente, lo que me demostró que el que enseña aprende dos veces, y es algo en lo que a día de hoy sigo comprometida.

Al final de la residencia aposté por hacer un fellow, un año de superespecialización en hombro y codo en el hospital Ramón y Cajal. Una vez terminado, conseguí trabajo en la unidad de miembro superior de Fremap.

Tras conseguir dedicarme a lo que me gusta y tener la seguridad de un trabajo fijo, trabajar en el ámbito privado era el siguiente objetivo. Después de muchos años considerando cómo hacerlo, Miguel y yo conseguimos crear un proyecto que poco a poco ha ido cogiendo color. Cada día que salimos de la consulta, salimos con la satisfacción de que es algo nuestro y da rienda suelta a nuestra faceta más creativa e innovadora.

Es en esta etapa cuando he entendido realmente por qué me hice médico. Ser médico es en sí mismo una marca, son horas y horas de estudio, noches y noches sin dormir, pacientes dando vueltas por tu cabeza intentado encontrar la mejor solución para ellos, ser médico es saber ponerte en el lugar de tus pacientes y, como médicos, guiarles, enseñarles y acompañarles en sus procesos patológicos y que sientan que estamos ahí con el único objetivo de que tengan una vida mejor.